Había una vez un Mundito que si lo mirabas de frente, estaba del revés. Las montañas eran azules… y entonces parecían ríos de mar. Las lagunas y los riachuelos eran naranjas… y entonces parecían dunas de arena. El sol desprendía rayitos azulitos, moradillos y azulones que parecían moratones. La luna y las estrellas eran naranjas amarillentas, así que por las noches, en lugar de fresquete ¡hacía calorcete!
Si te tumbabas en la hierba y mirabas hacia el suelo, el césped y las flores eran como polos de hielo. Si mirabas hacia el cielo, los pajarillos y las gaviotas volaban con las alas pegajosas porque ¡eran de caramelo! En este Mundito había más cosas del revés: las copas de los abetos y de los cipreses, tenían lacasitos y caramelos en sus ramas ¡durante meses! Y los patos y las gallinas, nadaban a braza y a crol durante horas ¡en su piscina!
Al fondo del paisaje rural del mundo azul y naranja, existía una casita que tenía más colores. Pero solamente en las flores del balconcete y en los cristales de sus ventanales. Y su chimenea, a veces, además de humo y espirales, lanzaba ¡espuma de chocolate! Si las margaritas estaban pintadas con agua de mar… Y la pradera de hierba estaba coloreada con pinceles de azafrán ¿esto cómo se podía arreglar?
La casita de colorinchis quería seguir teniendo colores, sus propios colores, pero el Mundito del Revés cada vez se extendía más y más por el bosque. Las flores y las ventanas empezaron a tener miedo y a dudar, y la chimenea de chocolate empezó a tiritar. ¿Había ahora que cambiar para ser como los demás? En el hogar original, convocaron una reunión urgente para decidir cómo actuar.
¿CUÁL ES TU FINAL FAVORITO?
LLUVIA AL REVÉS. Llamaron a su amiga la lluvia azul y le pidieron que en lugar de gotear hacia abajo, lo hiciera hacia arriba. Así al caer el agua en la dirección contraria de lo habitual, el Mundito del revés volvería a colocarse en su posición original.
LUNA ARDIENTE. Llamaron a su amiga la luna calentita, porque era naranja, y le pidieron que esa noche alumbrara todo el paisaje con el calor del sol. Así la gente se tuvo que poner un antifaz mágico para dormir en su frente. Cuando despertaron, el sueño de un mundo de colores y mejor les había cambiado.
POLLITOS NADADORES. Llamaron a sus amigos los pollitos azules que se pasaban el día a remojo en el lago naranja. Les pidieron colaboración y ellos, ni cortos ni perezosos, empezaron a poner huevos y huevos en el agua. Tantos pollitos nacieron ¡que eran todos nuevos! Con los niñitos diferentes, el Mundito cambió para bien y ¡para volar siempre en parapente!